sábado, 3 de diciembre de 2011

Los padres también aprenden: ¿Judo o yoga?

Como creo que siempre se puede aprender algo nuevo, me apunté a la Escuela de Padres que organiza el colegio del enano.

Las escuelas de padres no son como otras escuelas donde uno sabe si va a clases de judo o de yoga. En las escuelas de padres que yo he conocido, uno va y el ponente dirige la sesión. Más o menos participativa, con más o menos transparencias, con más o menos gracia, no es hasta que está uno allí que realmente sabe si se apuntó a judo o a yoga.

La primera a la que asistí la llevaba una chica muy respetuosa con las opiniones de todos, muy empática y que dejaba el peso al grupo: discutir, ayudarse, opinar... A la hora de matizar o de dar el punto final al alguna discusión, sus comentarios eran mucho más de "busquemos el respeto mútuo", que de "la vida en familia es una lucha, prepárate a morir". Entonces supe que me había apuntado a yoga (que es mucho más mi estilo tal y como os conté en mi primer post No la mal acostumbres).

Lamentablemente, la financiación para esta escuela se terminó y nos encontramos con que el Ayuntamiento financiaba escuelas de padres para sus colegios. Pero no es que te dieran una subvención para que tú eligieras a tu psicólogo/pedagogo/experto, sino que te mandaban a una persona elegida por ellos según no se sabía qué criterio. Con esta premisa, fuí con desconfianza a la primera reunión de presentación donde convocaron a los padres de los 4 colegios del municipio. Nadie dijo en la presentación si íbamos a hacer yoga o judo. Y esa fue mi pregunta cuando nos dejaron intervenir: "¿de qué palo va esta escuela?", y la respuesta fue absolutamente ambigua, acabando por recomendarme que fuera a probar (como si uno no tuviera más que hacer después de trabajar que buscar un canguro para poder irse a "probar" una escuela de padres). Insistí pidiéndoles los títulos de 2 ó 3 libros de cabecera que ellos recomendarían en educación, a ver si los títulos me dejaban intuír si esto era judo o yoga. Imposible. No quisieron retratarse. Me tocó ir a la primera reunión. Sólo a esa.

Este año, vuelve a organizarse a través de la plataforma Mejora tu escuela pública una escuela de padres. Aprendida la lección, he ido a la primera sesión sin preguntar más. Me senté con una madre con la que me llevo muy bien y con la que he compartido suficientes libros y reflexiones educativas como para saber que nos gusta el yoga. Al cabo de media hora empezamos a movernos inquietas en nuestras sillas: ¿Teníamos delante a una fan de supernanny que intentaba disimularlo? Porque como es un secreto si vamos a judo o a yoga, los ponentes disimulan su verdadera postura. Pero cada vez nos quedaba más claro: Estábamos en judo. Pequeños detalles como "te comen el terreno" y cositas así, nos tenían cada vez más nerviosas. Hasta el momento en que la ponente afirmó que a su hija no le importaban sus sentimientos. Y que decirle "esto que has hecho me ha dolido", se la traía al pairo a su hija. Si hay algo que valoro por encima de todo en una casa es el respeto: respeto en la pareja, respeto entre hermanos, respeto de padres a hijos y viceversa. Todos tienen que entender cuándo alguien está excesivamente cansado. O cuándo está triste. O cuándo necesita ayuda. O cuándo necesita estar solo. Empatizar con ese sentimiento y respetarlo. Y si nos cuesta hacerlo, entonces mucho yoga. Respirar hondo y reprogramarse.

Como me han dicho que tenemos un ponente diferente en cada sesión, estoy pensándome si ir a la próxima reunión. Capaz que la escuela no tiene "un palo" concreto y el próximo ponente nos sorprende con lo contrario... Por supuesto que no espero que lo diga a las claras, pero se les acaba viendo el plumerillo a todos :)

Como reflexiones, me quedan: ¿Puede una escuela de padres ser judo y yoga a la vez? ¿No es engañoso pedir a los padres que se apunten sin saber a qué? ¿Realmente creen que pueden ser neutrales en este terreno los ponentes?