viernes, 29 de julio de 2011

Certificado de NO adquisición de competencias

Yo ya no me sorprendo con casi nada de lo que a leyes de educación respecta, pero hoy no puedo menos que levantar las cejas cuando leo en El País:

Un certificado escolar para el que deja los estudios a medias

http://www.elpais.com/articulo/sociedad/certificado/escolar/deja/estudios/medias/elpepusoc/20110729elpepusoc_1/Tes

No he querido mirar más detenidamente la propuesta porque estamos cerca de las vacaciones y no me quiero calentar.

La medida es lo mejor que se le podía ocurrir a nadie para acabar con el fracaso escolar tan elevado de este país. En lugar de dedicar dinero a investigar en educación. En lugar de ayudar a las familias a afrontar el problema de la educación de sus hijos. En lugar de formar, reciclar y preparar mejor al profesorado. En lugar de todo eso (y muchas más que se nos ocurrirían si pensamos un rato en el tema), ¿lo que hacemos es regalar el certificado? El siguiente paso es bien sencillo: Definamos fracaso escolar, no como el que a los 16 aún lee y escribe con dificultad, sino como el que a los 16 no tiene ningún certificado. Así, en cuanto tengamos las nuevas medidas listas, habremos reducido el fracaso escolar... ¡al 0%!

En mis tiempos, eso se llamaba "aprobado general" y lo daban algunos profesores en el año de su jubilación para consternación de los alumnos buenos, que se quedaban con un 5 o la cifra al azar que el recién jubilado decidía adecuada para el grupo en cuestión. Como siempre, los que pagaban el pato eran los buenos. Porque el que es bueno en los estudios siempre lleva las de perder: Nunca despierta la pena del profesor (que sube de un 4'5 a un 5 más fácilmente que del 7'5 al 8). Tampoco está bien visto entre los compañeros (porque hace preguntas que, muchas veces, ellos ni siquiera entienden). Y recibe las mismas becas que el que suspende 2 ó 3, que las becas son cada vez más fáciles de obtener y mantener. Y si la Comunidad de Madrid o cualquier otra cree que se merecen algo más por esforzarse más, salimos corriendo a acusarles de elitistas. Porque el que más se merece es el que menos hace.

Cada año, después de los exámenes, recibo correos electrónicos de alumnos que me explican cómo el suspenso en mi asignatura les hará perder la beca. A estas alturas, ya sé que mi suspenso es el 2o o 3o de ese alumno. Y que los tres profesores estamos siendo presionados con la misma cantinela. He intentado explicarles que la responsabilidad de mantener la beca es suya, y no mía. He intentado explicarles que eso lo tienen que pensar cuando se sientan a estudiar (si es que lo hacen). He intentado explicar por qué sería injusto aprobar y suspender dependiendo de lo que cada cual me cuenta de su vida en el despacho y no según las "competencias adquiridas". Yo lo he intentado todo, pero la historia previa de ese alumno donde los plazos de entrega siempre han sido flexibles, donde no se considera injusto pasar de curso automáticamente, donde se aprueba selectividad con faltas de ortografía y donde todo el mundo tiene un certificado, le hacen pensar que soy la persona más injusta con la que se han topado nunca. No sé si algún día me cansaré y empezaré a regalar los aprobados y los certificados, pero ese día no ha llegado aún. (Aquello de los Sanchos en esta profesión...)

A pesar de que ya son muchos años en esto, ayer aún pudo sorprenderme un alumno: Me escribe un correo diciéndome que se le han acabado las convocatorias (se ha examinado tantas veces de la asignatura, que la universidad considera que ya no tiene derecho a más exámenes). El proceso, hasta donde yo sé, antes incluía que la persona tenía que irse a otra universidad o a otra carrera o cualquier otra opción. Esencialmente, era la manera de decir "Chico, esto no es lo tuyo". Desde hace tiempo, tengo alumnos que se examinan por 6a vez, por 7a vez... las que haga falta hasta que un año suena la flauta, o cambia el profe de la asignatura, o el examen nos queda más sencillo. Creo que el procedimiento es tan complicado como rellenar un papelito más y pagar la matrícula. Nos sumamos así a esta filfa de que todos podemos ser lo que queremos sólo por desearlo. Independientemente de la capacidad y del esfuerzo. Pues este alumno que decía, me escribe diciendo que, como es su última convocatoria y ha suspendido otra vez, ¡que rompa su examen y falsifique el acta poniendo que no ha venido! Me dice que si soy tan amable de hacerlo. Como si tremenda ilegalidad se redujera a un acto de amabilidad por mi parte. Pues mire usted, pero no. Si la universidad quiere dar convocatorias hasta el infinito, que lo haga. Pero yo he jurado lealtad al rey y a la constitución y qué sé yo qué cosas más al hacerme funcionario. Tendría la tentación de acudir al juzgado para denunciar una instigación al delito -o a saber qué dicen los de leyes que es ese correo-, si no fuera porque igual al juez le parece que, total, por una convocatoria más no pasa nada. Tal cual lo hace mi universidad. Pase por caja y examínese de nuevo. No se preocupe, que todos podemos ser ingenieros. Tiene usted derecho a conseguir el título haga lo que haga. A eso lo llamamos en España derecho a la educación.

Conectados

Mi sobrina de 13 años tiene en internet una intensa vida social. Mi sobrino de 10 y mis vecinos de edades parecidas no tienen ya juegos de ordenador y muchos prácticamente no ven tele, porque la red les da suficiente variedad como para no necesitar más. Mi hijo de 4 tiene ya más conciencia de lo que se puede encontrar y cómo que muchos adultos. Algunas veces, me dice "Busca -juegos-de-laberintos-de-niños-" y sabe que Google nos dará un par de opciones. O me pide entrar en los vídeos (youtube) y que busque -motos-motocross-carreras-. También, cuando tenemos dudas de cómo se dice algo en inglés, corre a por mi teléfono para que miremos en Wordreference o en el traductor de google, que tiene audio con la pronunciación correcta. Si bien un mal uso de la red tiene muchísimo peligro, también un mal uso del coche lo tiene y no renunciamos a que nuestros hijos se saquen el carnet.

Pero lo que quería hoy contar es una anécdota de anoche, cuando el enano se iba a dormir:

- Mami, dame un masaje para que me duerma.
[10 segundos después]
- Mami, quiero que me des un masaje todos los días.
[10s]
- Mami, los días que no estés porque te vayas de viaje, me haces el masaje por teléfono.
[30s]
- Mami, ¿y cuando tú te mueras?
- Cuando yo me muera, me tendrás en tu cabeza igual que papá tiene al abuelo. Y te acordarás de cuando te daba masajes y será como si te los diera.
- ¿Y si no me acuerdo?
- Seguro que te acordarás de las cosas importantes. No te preocupes y cierra los ojos.
[30s]
- Mami, ¿y si no me acuerdo de las canciones? ¿y si no me acuerdo de la de twinkle-twinkle? Ahora mismo no me acuerdo de la de twinkle-twinkle. ¿Qué hago cuando te mueras si ya no me la puedes cantar?
- No hay problema, cielo, está en internet.
[10s]
- ZZZZzzzzZZZZ (como un tronco)

Cuando yo me muera, internet seguirá respondiendo a sus dudas. Inquietante.

sábado, 16 de julio de 2011

Estimulación temprana

Me está gustando mucho un libro de Alison Gopnik, "How babies think", porque me está haciendo entender muchas cosas sobre el desarrollo de la mente de los bebés. Tenía como 10 páginas marcadas con temas para repensar y releer, cuando he llegado a una página que me ha hecho sentarme inmediatamente a escribir aquí. Traduzco del original como buenamente puedo cuando habla de los padres y la preocupación por la estimulación temprana de los bebés:

Uno de los beneficios de conocer la ciencia es adquirir un escepticismo que nos protege. Ese conocimiento debería hacernos sospechar de cualquier empresa que vende una leche que hace a los niños más inteligentes o que aprendan mejor, de los bits de inteligencia, de la música de Mozart o de los centros de estimulación temprana. Todo lo que sabemos [n. de la t.:los neurocientíficos] sobre los bebés sugiere que estas intervenciones artificiales son, con suerte, inútiles y, a lo peor, distracciones de la interacción normal entre los adultos y los bebés. Los bebés ya son tan inteligentes como pueden ser, saben lo que tienen que saber, y son muy eficaces y selectivos consiguiendo la información que necesitan. Están diseñados para aprender del mundo real que les rodea, y aprenden jugando con las cosas en ese mundo, sobre todo con la gente que les quiere. Una de las ventajas de conocer la ciencia es que nos inmuniza de la pseudociencia.


¿Y da la ciencia algún consejo? El consejo más importante es que los padres y adultos en general necesitan tener el tiempo y la energía para ejercitar su habilidad natural para ayudar a los bebés a aprender. Una cosa que la ciencia dice es que la naturaleza nos ha diseñado para enseñar a los bebés tanto como ha diseñado a los bebés para aprender. [...]


[...] Los niños han sufrido un decremento en los bienes que les son más preciados: tiempo con adultos, energía y compañía. El trabajo de crianza que hombres, mujeres y familiares hacían hace 100 años, y que las mujeres hacían hace 30, tiene que hacerse de alguna manera y por alguien. La moraleja científica es que no necesitamos expertos que nos digan qué hacer con nuestros niños. Lo que necesitamos es tiempo y lugar y oportunidades para hacer lo que haríamos en cualquier caso, y eso es lo que estamos perdiendo.

jueves, 7 de julio de 2011